Todo cambia cuando el viento lo mueve ligeramente, hay una nostalgia latente de inseguridad. Pareciera que Prometeo no robó nada nunca y nos dejó a la deriva en nuestra ignorancia declarada. Todavía trapeamos el suelo que no existe, jugamos con la gravedad, seguimos sin entender el ocaso. Las cuitas aún son la tinta de los poetas y la culpa el papel. Camino atormentada luchando con mis demonios descubriéndome en las raíces del olvido. Parece que salto en tus ramas sin ver las señales de lo disforme.
-¿Hay que ver las señales?
Todo cambia con la luz.